Me he atiborrado de
realidades que no he inventado yo y las he vomitado. Generalizo, pienso y
existo, pero en el fondo, siempre me asfixio.
Lo confieso, tengo un
hobby. Durante horas y horas adoro reflexionar, plantearme preguntas, el pensar
por pensar, y todo ello sin una finalidad en concreto, simplemente para ver
hasta donde soy capaz de llegar, en cuantos bucles puedo entrar y luego no sé salir,
qué sentimientos sin posibilidad de verbalizarlos me afloran, sentimientos que
se fusionan unos con otros hasta no poder distinguir sus límites: felicidad, tristeza,
angustia, optimismo, agobio, euforia, pánico… A pesar de que cada vez el
recorrido es diferente, el resultado siempre suele ser el mismo, acabo mal, muy
mal. Sin embargo, de vez en cuando lo necesito. ¿Por qué? …
Me niego a creer que algunas
cosas son de verdad, en serio soy la única que piensa así… ¡venga ya, no me lo
creo! Quizás soy un bicho raro, no voy a opinar sobre eso, pero, ¿de verdad que
no os dais cuenta de lo que pasa a vuestro alrededor? Mentiras. Engaños.
Sufrimiento. Miradas con odio. Insultos. Desprecio. Violencia. Etc etc. Prometo
que intento ponerme en vuestro pellejo, de verdad, pero no os entiendo. ¿Tan
aburrida es tu vida, tan inferior te sientes, tan poco te valoras que necesitas
enfocar tu malestar hacia el resto? ¿Qué pretendes mintiendo o diciendo las cosas
a medias tintas, regocijarte, que te supliquen, hacerte más interesante quizás?
Insisto, no os entiendo.
Por fortuna no todo el
mundo es así, las minorías también existen, para todo. Sé que algunos me
entienden y piensan como yo, no igual porque es imposible, pero sí parecido,
con la misma esencia, lo cual me consuela entre tanto –no sabría cómo
definirlo- que percibo a mi alrededor.
Me declaro “vive y deja
vivir” y pro-sinceridad.